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martes, 28 de diciembre de 2010

THE STATION AGENT (VÍAS CRUZADAS) (The Station Agent, 2003) de Tom McCarthy


Dicen que las mejores esencias, además del veneno, vienen en frascos pequeños. Eso ocurre con estas Vías Cruzadas y su protagonista, un enano de nombre Finbar. El título original, The Station Agent (El Agente de la Estación), alude a la afición de Finbar por los trenes, a su sueño de llegar a ser un controlador ferroviario y a quien el azar convertirá en intersección de otros dos personajes o vagones solitarios, muy especiales en su vida. Vías cruzadas indaga en el lado recóndito y oscuro de la amistad, desde una óptica luminosa, con una fotografía de Oliver Bokelberg propia del crepúsculo veraniego.

Al principio, Fin resulta alguien poco sociable y rudo. Su mirada cínica, voz grave y respuestas cortantes definen su ostracismo y desconfianza hacia el mundo a escala “normal”. Cuando hereda un barracón ferroviario abandonado, en el interior rural de Nueva Jersey, se traslada allí sin preámbulos para aislarse totalmente de la sociedad, harto de que ésta centre en él sus ojos por su condición física.

Cada mañana, en este recóndito lugar, aparece un cubano llamado Joe con su caravana de comida rápida. Un personaje charlatán, simpático, mareante, de espíritu infantil y aspecto de latin lover. Posteriormente, surge a trompicones la frágil y desquiciada Olivia, una cuarentona de buen ver, que vuelca sus tortuosos sentimientos en los cuadros que pinta.

Este espacio reducido se convierte en un oasis de desamparados, dotados de gran corazón y necesitados de amistad y amor, aunque todos lo nieguen. The Station Agent (Vías cruzadas) muestra primero las apariencias, mal entendidas, incluso por el propio Finbar, siempre a la defensiva desde su hermetismo y complejo físico. El enanismo no es el tema central de la película, pero se toma como una innata cualidad humana por la que se margina socialmente (véase, la charla escolar que acepta de la niña Cleo).

En segundo lugar, la película evoluciona de acuerdo con la naturaleza de los personajes. Sólo entonces vemos la verdadera forma de ser de cada uno. Con gran mérito y dificultad se nos transmite “lo ausente”, inteligente y perfectamente incluido en el relato, sin recurrir a trágicos flash-backs absurdos del pasado. Otro misterio que se agradece es desconocer por qué un tipo como Joe carece de amigos o compañera, pese a su carácter franco y su atractivo. Asimismo, el final de la película es todo un acierto.

Con destreza, el debutante guionista y director, Tom McCarthy, rehúye caer en tópicos sentimentales, amorosos, incluso de relaciones interpersonales: buen ejemplo es cómo prosigue la relación tras la pelea entre Fin y el garrulo del pueblo (que representa la escasez de miras y escaso bagaje cultural de la América profunda). Empero, queda arraigado en el espectador un sentimiento esperanzador y menos doloroso en torno a esta diminuta comunidad que pasea al unísono y en silencio por las metafóricas y desoladas vías del tren.

Esta modesta, vital y muy recomendable película aboga, pues, por la necesaria unión humana (al margen de gratificantes y necesarios momentos de retiro y reflexión) y resulta un honesto canto a la solidaridad, la convivencia tolerante y al respeto mutuo desde la igualdad y la diferencia. Su aire de leve fábula, llena de sensibilidad, se alterna con el drama intimista y contemplativo, en la línea de Frankie y las estrellas (Frankie Starlight, Michael Lindsay-Hogg, 1995) y el cine introspectivo-comunitario de John Sayles. También es una cálida comedia, con humor muy bien dosificado. Por ejemplo, el esperpéntico prólogo en la tienda de miniaturas.

Entre las notables virtudes de este título, destacaría el magnífico guión y la certera descripción de personajes. Lo cual Tom McCarthy volvería a bordar en su segundo largometraje como realizador, The Visitor (2007). A ello también ayuda el espléndido plantel de actores –el observante Peter Dinklage, el jovial Bobby Cannavale y, en especial, la emotiva Patricia Clarkson–, un trío complejo y extraordinario, cuyos sentidos dramas personales y cualidades distintivas van a la par que el progresivo espíritu colectivo, honesto y felizmente contagioso. Sus altibajos, fricciones, arrebatos, tristezas, vacíos y mecanismos de defensa se compensan con indulgencia, comunicación y positiva voluntad de seguir adelante, sin más palabras que los expresivos y silentes momentos pincelados en algunas líricas imágenes. 



Premio del Público, Premio Especial del Jurado (Patricia Clarkson) y Premio al Mejor Guión – Festival de Cine de Sundance 2003.
Premio Especial del Jurado – Festival Int. de Cine de San Sebastián 2003.
Premio BAFTA 2004 al Mejor Guión Original.
Mejor Guión y Premio John Cassavetes - Independent Spirits Awards 2004.
Premio del Público – Festival de Cine de Estocolmo 2003. 
Premio de la Sociedad Nacional de Críticos de EE.UU., Premio del National Board of Review, Premios del Círculo de Críticos de Florida, Kansas y Boston a la Mejor Actriz Secundaria (Patricia Clarkson).

Nacionalidad: EE.UU. Actores: Patricia Clarkson, Peter Dinklage, Bobby Cannavale, Michelle Williams, Paul Benjamin, Raven Goodwin. Duración: 88 minutos.

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